sábado, 1 de agosto de 2015

El uso de galicismos en español


Entre los errores más habituales que solemos cometer los traductores se encuentran los calcos, ya sean sintácticos o léxicos, de lenguas extranjeras. Habitualmente, debido a que el idioma del que más se traduce y que más influye en el panorama lingüístico en la actualidad es el inglés, muchos tienden a relacionar directamente todos los calcos y extranjerismos con la lengua inglesa. Como si todos los calcos fueran culpa del malvado inglés.

Sin embargo, antes de que el inglés fuera el idioma con más influencia internacional en todo el mundo, era otra lengua la que interfería en el español y cruzaba nuestras fronteras para impregnar nuestra habla de sus estructuras y su léxico: el francés. Hasta el siglo XX y por medio de diversas fuentes (incluido el derecho francés, del que bebe directamente el derecho patrio), la lengua francesa fue dejando su marca en nuestro idioma por medio de estructuras sintácticas y distintos vocablos que un día dejaron de ser extranjerismos para pasar a formar parte de nuestro léxico propio: jamón, carné, ordenador y bricolaje son algunos ejemplos. Por no hablar de los que tienen que ver con la gastronomía...

Pero no toda la influencia del francés, por muy lejana en el tiempo que sea, llegó a formar parte del español culto. Ahí es donde entran los galicismos: esas estructuras y palabras procedentes del francés impropias de la lengua española, pero ampliamente utilizadas por los nativos. Las autoridades lingüísticas los reprueban, así que lo mejor será evitar su uso para no caer en uno de esos horribles calcos de los que los traductores siempre queremos huir.

En esta entrada consideraremos únicamente los galicismos sintácticos y dejaremos al margen los calcos léxicos.

1. Gerundio especificativo

Muchos piensan que este tipo de error gramatical es por influencia del inglés, pero lo cierto es que se trata de un galicismo. Se caracteriza por el uso de un verbo en gerundio en lugar de una oración subordinada adjetiva que ejerce funciones especificativas.

Incorrecto: Un recipiente conteniendo agua.
Correcto: Un recipiente que contiene agua.

Incorrecto: Se busca dependienta hablando inglés.
Correcto: Se busca dependiente que hable inglés.

Existen dos excepciones a esa norma: agua hirviendo y clavo ardiendo, por formar parte de expresiones comunes en el habla culta.

2. Sustantivo + a + verbo

Este es mi favorito, porque está tan extendido que es difícil explicar a los profanos por qué no deben usarlo. Y es que es otra estructura impropia del español, calcada del francés. Lo cierto es que la RAE ha dado por perdida la batalla y lo acepta en determinados casos, como el económico (cantidad a ingresar) y el administrativo (temas a tratar), pero es bastante ambigua al respecto. La norma general es que si la preposición a puede sustituirse por que o por otra preposición, su uso es incorrecto y deberá emplearse una de las otras opciones. Por ejemplo:

Incorrecto: Asuntos a discutir.
Correcto: Asuntos que/por discutir.

También deben evitarse los usos superfluos, como:

Incorrecto: Mi madre es un ejemplo a seguir para mí.
Correcto: Mi madre es un ejemplo para mí.

3. Sustantivo + a + sustantivo

Otro galicismo muy parecido al anterior. Y es que la preposición correcta para introducir el modo o el medio por el que funciona algo es de, no a.

Incorrecto: barco a vela
Correcto: barco de vela

Incorrecto: camisa a rayas
Correcto: camisa de rayas

La RAE se muestra bastante ambigua en el caso de las expresiones tan arraigadas en el español de España como son olla a presión y avión a reacción y se limita a recomendar el uso de la preposición de, sobre todo si van a ir dirigidas a un público hispanoamericano. Yo esto no lo termino de ver, pero bueno. ¿Qué opináis vosotros?

4. Condicional de rumor

Este me encanta, por la ligereza con la que se usa. Cuando te enseñan que no deberías utilizarlo es como la primera vez que te explican que ese gerundio de causa y efecto que has estado empleando durante toda tu vida es un error. Pero ¿sabéis que es lo peor de todo? Que la RAE no condena su uso, porque no lo considera un error gramatical. No obstante, sí que está desaconsejado por numerosos manuales de estilo, por lo que merece la pena reseñarlo. Por eso y por lo feo que es. En lenguaje periodístico, se trata del uso del condicional para reflejar que una información no está contrastada.

Desaconsejado: El autor del tiroteo habría huido en un vehículo blanco.
Preferible: Es posible que el autor del tiroteo haya huido en un vehículo blanco. / Se cree que el autor del tiroteo ha huido en un vehículo blanco.


¿Echáis en falta algún galicismo que conozcáis?

lunes, 26 de enero de 2015

El encargo de traducción: el flujo de trabajo (2 de 2)

En la entrada anterior, hablamos de las cinco primeras fases que atraviesa un proyecto de traducción: contacto, oferta, confirmación, preparación y traducción. Hoy trataremos las cinco siguientes, las posteriores a la traducción en sí, pero imprescindibles para finalizar un proyecto de forma satisfactoria.

6. Revisión

Cuando corrijo traducciones o pruebas de otros traductores y veo que han cometido errores que podían haber evitado con una simple relectura, mi consejo es siempre el mismo: la revisión es igual de importante o más que la traducción. Nunca subestimes la capacidad que tiene la revisión de mejorar un trabajo. Ya no solo porque con ella se detectan erratas, fallos de concordancia y otros tipos de errores, sino porque también te ofrece la oportunidad de mejorar tu estilo de redacción y, con ello, la calidad de tu traducción. Parece evidente, pero cuando ejerces de revisor te das cuenta del alto porcentaje de traductores que no revisan su trabajo de la forma adecuada.

Existen numerosas estrategias de revisión, prácticamente una por cada traductor y, como este procedimiento es algo muy personal, no voy a ser yo quien te diga cómo tienes que revisar tu traducción, ni qué modo es mejor o peor. Cada maestrillo tiene su librillo, y todo traductor ha de descubrir qué técnica es la que más le conviene. En mi caso, utilizo distintos procedimientos para cada tipo y extensión de texto: no es lo mismo una traducción literaria que un breve texto de marketing. Lo importante es que tu traducción pase por, al menos, dos revisiones y, si es posible, que estén relativamente alejadas en el tiempo, para que tu cerebro lea lo que de verdad pone, no lo que quiere leer. Para textos más largos, puedes imprimirlos en papel para una última revisión; hay traductores que para la segunda revisión cambian el tipo o el tamaño de letra para engañar al cerebro, etc. Hay cientos de estrategias distintas y eres tú quien debe decidir cuál es la mejor para ti.

7. Formato y control de calidad

Una vez terminadas las dos revisiones, es hora de preparar el documento para su entrega: el control de calidad. En esta fase, comprobaremos que la traducción esté «presentable»: en el formato requerido, con coherencia terminológica y estilística, sin ningún tipo de error, etc. Existen diferentes programas para el control de calidad; el favorito entre traductores suele ser Xbench, pero los propios programas de traducción asistida también suelen incluir una herramienta de control de calidad. Con este software puedes asegurarte de que un término concreto siempre lo has traducido de la misma manera, que no hay dobles espacios escondidos por el texto e incluso puedes configurarlo para que te detecte esas erratas que sueles cometer a menudo y que siempre se te pasan en la revisión (por ejemplo, como me pasa a mí, «objetico» por «objetivo» o «al» en vez de «la»).

8. Entrega

Siempre a tiempo y, preferiblemente, con adelanto por si sugiera algún problema. También es importante presentar la traducción tal y como te la solicita el cliente: puede que solo te pida el documento de Word, pero las agencias también suelen solicitar la memoria de traducción del proyecto, los documentos bilingües de Trados o incluso un glosario con los términos que han aparecido en el proyecto. De ahí la importancia de leer bien las peticiones del cliente antes de empezar a traducir

9. Seguimiento

La entrega de la traducción casi nunca supone el fin del proyecto. Lo más normal, sobre todo en caso de encargos de mayor volumen o complejidad, es que durante los días posteriores a la entrega, el cliente o gestor de proyectos siga en contacto contigo para diferentes cuestiones relacionadas: desde un «se me ha olvidado este párrafo; ¿te importaría traducirlo?» hasta documentos de Excel con infinidad de consultas, dudas, sugerencias y modificaciones. El trabajo posterior a la entrega de una traducción es tedioso y, en ocasiones, pone a prueba nuestra paciencia (sobre todo cuando el cliente final, que no tiene ni idea de traducción y, en muchas ocasiones, ni siquiera de español, se empeña en proponernos cambios en nuestro trabajo).

Otra posibilidad dentro de esta misma fase es la llamada por algunas agencias «aceptación de cambios»: una vez que nuestra traducción ha pasado por las manos de un revisor, se nos reenvía el texto para que aceptemos o rechacemos las modificaciones de este. Aunque pueda parecer trabajo adicional (que lo es), yo soy bastante partidaria de esta fase, porque, si el revisor es bueno, nos ayuda a aprender de nuestros errores y no volver a cometerlos; por el contrario, si el revisor es malo o se ha extralimitado en sus funciones, podremos rechazar los desaguisados y asegurarnos de que un tercero no ha estropeado una traducción que, en algunos casos, llevará nuestro nombre.

10. Facturación y control del pago

Y, por último, la fase más importante para nuestro bolsillo y nuestro bienestar económico: la facturación. Ya sea inmediata tras el proyecto o a fin de mes, debemos siempre llevar el control de nuestras facturas y, cómo no, del pago o impago de estas. En estas entradas de hace algunos meses podéis descargaros un modelo de factura e informaros acerca de los métodos de pago más habituales.